Autoestima: Por qué es importante la autoestima
Aunque, como afirma Rojas Marcos, la relación autoestima-felicidad no es una relación unidireccional sencilla y clara de causa-efecto, la autoestima es el cochón emocional sobre el que construimos nuestro bienestar interno. Ello es así porque el concepto que tenemos de nosotros mismos influye en nuestra manera de ser, de pensar, de sentir y en todas nuestras decisiones y elecciones más significativas, repercutiendo en todas las esferas de nuestra vida.
El psicoterapeuta canadiense Nathaniel Branden, uno de los autores más citados en el campo de la autoestima, afirma que nuestras respuestas ante los acontecimientos de nuestra propia vida dependen de quién y qué pensamos que somos: “El modo en que nos sentimos con respecto a nosotros mismos afecta de forma decisiva a todos los aspectos de nuestra experiencia, desde la manera en que funcionamos en el trabajo, el amor o el sexo, hasta nuestro proceder como padres y las posibilidades que tenemos de progresar en la vida”. Por su parte, para el psicólogo clínico Walter Riso, una autoestima débil ocasiona problemas de infelicidad y ansiedad. Para este autor, “la visión negativa que se tiene de uno mismo es un factor determinante para que aparezcan trastornos psicológicos como fobia, depresión, estrés, ansiedad, inseguridad personal, alteraciones psicosomáticas, problemas de pareja, bajo rendimiento académico y laboral, abuso de sustancias, problemas de imagen corporal, incapacidad de regular las emociones…”.
Aunque en ocasiones se ha glorificado la autoestima en los medios de comunicación, en la literatura de Autoayuda e inclusive en algún ámbito de la psicología como la panacea para lograr la felicidad o como el factor que decide el éxito o el fracaso de las personas, existe no obstante un consenso generalizado en aceptar que desarrollar la autoestima es ampliar la capacidad de ser felices. Y es que, como afirma Rojas Marcos, la autoestima estimula emociones placenteras y la confianza en nosotros mismos, ayuda a neutralizar experiencias estresantes, es un buen lubricante de las relaciones con otras personas, y promueve la laboriosidad y las conductas sanas.
A su vez, la ausencia de autoestima –una autoestima baja– tiene graves consecuencias, tanto en nuestra forma de interpretar y comprender el mundo como en nuestra manera de ser y de relacionarnos con los demás.