Autoestima: Saludable / Narcisista
Nathaniel Branden, a quien nos hemos referido en nuestro anterior artículo, afirma a este respecto: “Todas las personas son capaces de desarrollar la autoestima positiva, al tiempo que nadie presenta una autoestima totalmente sin desarrollar”.
Es por ello que la autoestima es siempre una cuestión de nivel o de grados, por lo que podemos tener una autoestima alta o una autoestima baja. Pero, al mismo tiempo, la autoestima es también una cuestión de cualidad, diferenciándose a este respecto entre autoestima positiva (también denominada por algunos autores autoestima saludable o constructiva) y autoestima negativa (designada asimismo como autoestima destructiva o narcisista).
La autoestima positiva consiste en la valoración global positiva, razonable y optimista que hace una persona de sí misma, según el psiquiatra Rojas Marcos. Esa valoración global positiva conlleva una aceptación de nosotros mismos tal como somos, teniendo en cuenta nuestras virtudes y capacidades, pero también los defectos y limitaciones personales. La autoaceptación está implícita en la autoestima; significa no una aceptación incondicional de nosotros mismos, sino que aceptarnos supone asumir nuestros pensamientos, sentimientos y conductas de forma realista, veraz y tolerante, lo cual a su vez implica integrar en el concepto de sí mismo los aspectos positivos y más valorables junto con las limitaciones o con otros menos valorables. José Vicente Bonet lo expresa con rotundidad: La autoestima significa aceptación tolerante y esperanzada de las limitaciones, debilidades, errores y fracasos propios. Para desarrollar esta autoestima positiva debemos, por tanto, aceptarnos como personas teniendo en cuenta todos los aspectos de nuestro ser. Walter Riso lo enuncia así: Para que tu autoestima funcione bien, debe haber una aprobación esencial, una admisión de lo básico, una conformidad del propio «yo» conmigo mismo, cuerpo incluido.
La autocrítica no está reñida con una autoestima positiva. Es más, la autocrítica razonable y sensata es conveniente cuando tiene como objeto aprender, generar nuevas conductas y rectificar errores. Sin embargo, no debemos confundir esta forma de autocrítica con ese otro tipo de autocrítica despiadada y corrosiva que induce a un autodesprecio.
La autoestima negativa, destructiva o narcisista, se basa en valorar, en exclusiva, las capacidades y talentos que alimentan el sentimiento de superioridad o de poder sobre el prójimo, y las conductas placenteras que resultan del ejercicio o la puesta en práctica de dicho dominio o supremacía sobre otros (Rojas Marcos). La autoglorificación, el engreimiento, el sentido de superioridad y la necesidad de dominio sobre los demás, revelan una autoestima equivocada.
La verdadera autoestima no es competitiva ni se expresa a costa de los demás. Tampoco es comparativa. Sobre qué debemos entender por una autoestima saludable, Nathaniel Branden afirma que una de las características más significativas de una autoestima sana es el estado de una persona que no está en guerra ni consigo misma ni con los demás.