Cómo mejorar la vida sexual en la relación de pareja
En los momentos iniciales de la relación, el estímulo sexual y el deseo de conectar íntimamente con nuestra pareja nos acompañan en todo momento. Sin embargo, en la mayoría de las personas la actividad sexual y el deseo decrecen después de varios años con la misma pareja. El interés disminuye, los encuentros se van espaciando, la libido entra en un estado de progresivo letargo que puede llegar a relegar la actividad sexual a un mero trámite ocasional de relaciones poco deseadas y gratificantes. En el mejor de los casos, el amor va sustituyendo al enamoramiento, la pasión inicial va dando paso al cariño, pero la atracción que se siente por el otro como objeto y sujeto sexual desaparece.
A lo largo de la vida de una persona existen variaciones en la intensidad del deseo sexual. Estas oscilaciones entran dentro de la normalidad. La ausencia de deseo sexual puede ser debida a múltiples factores: el estrés diario, la falta de sueño, problemas de salud, desequilibrios hormonales, el consumo de medicamentos, la llegada de los hijos, el deterioro de la comunicación… También puede ser debido a problemas psicológicos (depresión, ansiedad, duelos…), a problemas de autoestima o de satisfacción corporal, entre otros.
No obstante, una de las causas más comunes de la disminución o pérdida del deseo sexual en la pareja es –como señala Francisca Molero, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología– el estado anímico y la disposición de querer desear. La psicoterapeuta Esther Perel dice a este respecto que la crisis del deseo es frecuentemente una crisis de la imaginación. Y es que tanto los estudios de investigación como la práctica psicoterapéutica nos revelan que el aburrimiento y la monotonía sexual son los factores más frecuentes por los que el sexo se desvanece aún en parejas que continúan amándose.
El principal órgano sexual de las personas es el cerebro, por encima de los órganos genitales y las zonas erógenas. El aburrimiento –que se corresponde en este caso con lo que en términos psicológicos se denomina “habituación”– se produce cuando desaparece de la actividad sexual de la pareja el factor sorpresa y la capacidad de seducción. Esto explica el motivo por el cual en la mayoría de las parejas el deseo sexual decaiga gradualmente después de un tiempo de relación hasta llegar en determinados casos a la inhibición del deseo o la supresión de la vida sexual.
La ausencia de pasión o falta de deseo sexual no siempre afecta de igual manera a ambos miembros de la pareja. Lo más normal es que decaiga en una de las partes mientras que la otra siga queriendo tener relaciones. Cuando la vida sexual de la pareja desaparece o se convierte en una práctica sin entusiasmo que se realiza de forma mecánica y con una disminución o supresión del placer, se convierte en un problema.
Qué hacer
El sexo desempeña tres funciones principales: reproductora, erótica y relacional. Además de biología y placer, el sexo fortalece los sentimientos, refuerza la proximidad, acrecienta la intimidad y contribuye a una mayor estabilidad de la relación de pareja.
El deseo sexual –la búsqueda de placer a través de las relaciones sexuales– es el motor de la sexualidad. Toda relación sexual debe tener un buen nivel de deseo mutuo para que resulte gratificante, de lo contrario, puede convertirse en un acto desprovisto de la intensa fuerza de atracción y de la sensación profunda de hacernos sentirnos bien. Pero el deseo es, conviene insistir en ello, una actitud mental. Cuando el sexo en la pareja se ha convertido en algo aburrido y monótono, cuando se realiza como acto mecánico, se desactiva el sistema de recompensa (repetición de la acción que nos provoca sensaciones placenteras).
Para tener una vida sexual satisfactoria en una relación prolongada de pareja debemos tener presentes las siguientes consideraciones:
· El deseo sostenido en una relación no funciona por arte de magia. Esther Perel dice que hay que desmitificar un gran mito: el mito de la espontaneidad, todo lo que va a pasar solo pasa en una relación de largo plazo de forma premeditada, con voluntad e intencionalidad. Con el paso del tiempo se pierde el poder de atracción intenso y la excitación espontánea, lo que nos exige desarrollar ese impulso intencionadamente en lugar de fiarlo a que el momento, las circunstancias o la alineación de los astros enciendan de nuevo la chispa del deseo.
· En una relación de pareja duradera, lo común es que la sexualidad y las emociones vaya de la mano. Por esto es primordial fortalecer el afecto fuera del encuentro sexual y el cultivar los factores favorecedores de un clima emocional positivo que faciliten la conexión con la pareja.
· Debe evitarse que el sexo se convierta en un plato precocinado e insulso. Tampoco puede quedar relegado a un trámite del fin de semana: el sexo es bienestar y placer, no una obligación. No obstante, habrá que saber respetar los tiempos naturales y aceptar que la relación puede pasar por momentos de menor actividad sexual. El sexo es bueno, pero más sexo no es mejor. La presión para tener relaciones sexuales con una frecuencia intensa puede ser estresante.
· La sexualidad es algo más que las relaciones genitales y el orgasmo. Debemos vivir una sexualidad más global. Las relaciones sexuales no deben culminar necesariamente en el orgasmo para ser satisfactorias. La sensualidad puede estar presente en actos cotidianos de nuestra relación de pareja. La estimulación erótica –dice Esther Parel– no es algo que haces cinco minutos antes de la relación sexual… El juego erótico debe iniciarse al final de último orgasmo.
· Mantenerse despierto sexualmente (conectar con nuestra autosexualidad) y mantener el interés sexual hacia el otro. Para tener una vida sexual satisfactoria no se requiere hacer muchas cosas distintas ni probar todo el repertorio de técnicas que se nos presentan en la literatura o en las imágenes de internet u otros medios, pero si no queremos tener una vida sexual inane es conveniente huir de la rutina y apartarse de un guion previsto y perpetuado cada relación sexual. Todo se convierte en convencional y anodino –también en el sexo– cuando la costumbre o los mismos hábitos se repiten sin variación. Mantener vivo el estímulo erótico requiere renovar la fuerza de atracción.
· La sexualidad de las personas no es invariable. Nuestras preferencias pueden cambiar con el tiempo o, simplemente, en algún momento determinado se puede desear experimentar cosas nuevas. Es importante desarrollar una sana comunicación sexual para no dar por supuesto lo que le gusta a nuestra pareja.
Las terapias de pareja, incluyendo la sexualidad, es una de las especialidades de nuestro gabinete psicológicon en León Ana Hurtado de Mendoza. Contacta con nosotros para recibir más información.