Comunicación y relaciones interpersonales en la era digital
En la Red se integran todas las posibilidades de ocio y trabajo, comunicación, información, aprendizaje, relación, gestión del tiempo y de la propia persona. Resulta evidente que en muchas cuestiones nos facilitan la vida y nos permiten acceder a recursos ilimitados, pero también se están constatando repercusiones adversas en importantes esferas como consecuencia de la mala utilización de los elementos tecnológicos.
Más allá los fenómenos de carácter delictivo de todo tipo y malos usos como el ciberacoso, la violencia virtual o la invasión de la privacidad, en los últimos años se han publicado numerosos estudios en los que se señala como efectos negativos –entre un amplio espectro de fenómenos sociales, económicos o políticos– la disminución de la capacidad de atención y concentración, la creciente individualización, el aumento de algunas conductas adictivas o la aparición de emociones disfóricas asociadas a las tecnologías de la información y la comunicación.
Entre la profusión de investigaciones que se vienen realizando en este campo destacan los análisis que se centran en el efecto que el uso masivo de estas nuevas tecnologías tienen en la manera de crear, estructurar y gestionar las relaciones en todos los ámbitos, también en las relaciones afectivas y sexuales, así como en las consecuencias que se derivan de estas nuevas formas de interacción.
Aunque es innegable que uno de los efectos psicológicos saludables de lo que se denomina socialización online es que permiten mantener el contacto con personas físicamente alejadas o la ampliación de nuestro mundo social, sin embargo también existe una amplia base empírica sobre efectos psicosociales adversos, como la despersonalización o desnaturalización de las relaciones personales.
La socióloga y psicóloga norteamericana Sherry Turkle, considerada como una figura de referencia en el estudio de los efectos de las nuevas tecnologías en la sociedad, expone en su ensayo En defensa de la conversación que la era digital puede acabar con la conversación entendida en el sentido que hemos conocido hasta ahora. Entre las principales consecuencias que destaca esta investigadora advierte que los más jóvenes están perdiendo la empatía.
Sherry Turkle señala asimismo que los dispositivos tecnológicos fomentan una cultura de la simulación en la que se construyen identidades donde las fronteras entre lo real y lo virtual se diluyen, así como también que muchos jóvenes tienen dificultades para gestionar sus sentimientos al margen de las comunidades virtuales. Y como ejemplo refiere que es común que establezcan y corten sus relaciones sentimentales por WhatsApp porque no saben enfrentarse a esas situaciones en la vida real.
Tanto en las investigaciones de Sherry Turkle como en otros estudios a los que hace referencia Gilda Sotomayor, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Salamanca en La socialización en los espacios virtuales: Posibilidades y limitaciones, se constata que en las prácticas comunicativas de Internet y de las nuevas tecnologías online existe una disminución de la calidad de las relaciones, que lazos que se establecen son más débiles en la medida en que raramente construyen relaciones personales duraderas o que las relaciones tienen un mayor grado de superficialidad y desapego. Y es que, como señala la psicóloga clínica infantil Elizabeth Kilbey. internet está condicionando las habilidades sociales, emocionales, de amistad.
No se trata de satanizar las tecnologías de las telecomunicaciones sino rescatar las relaciones humanas mediante la comunicación de persona a persona y cara a cara, con contacto físico y no virtual, donde el reconocimiento y la experiencia emocional son reales, como forma de vivificar nuestra existencia en todos los aspectos, con la confianza de que es posible que con el tiempo aprendamos a manejar las redes sociales de manera civilizada, en palabras de Jürgen Habermas.
Ana Hurtado de Mendoza
Psicóloga especializada en infantil y adolescencia.