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Intervención psicológica en niños con TDAH

05 de enero de 2018
Hiperactividad

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo originado en la infancia y caracterizado por tres síntomas distintivos:

· Inatención: Distracción, dificultad o incapacidad para mantener voluntariamente la atención frente a las actividades cotidianas y escolares, bajos niveles de organización, olvidos frecuentes.

· Comportamiento impulsivo: Inestabilidad emocional y conductas impulsivas (Impedimento en controlar reacciones inmediatas o esperar su turno, interrupciones constantes a los demás)

· Hiperactividad: Inquietud motora.

Es frecuente encontrar estas características de falta de atención, hiperactividad o impulsividad en conductas propias de la infancia. Hay niños con problemas de comportamiento que no tienen TDAH, por eso es importante el rigor diagnóstico, que siempre deberá ser realizado en un centro especializado. “A veces –expresa María Jesús Mardomingo, especialista en psiquiatría infantil–, son los padres los que buscan un remedio mágico a los problemas de conducta que tiene su hijo y dan por hecho que tienen un TDAH cuando en realidad no es así.”

Para que se pueda definir como un trastorno estos síntomas distintivos a los que se ha hecho referencia –o los comportamientos que se derivan de los mismos– tienen que presentarse con una intensidad y frecuencia superior a la normal para la edad y la etapa de desarrollo del niño, y al mismo tiempo, interferir en al menos dos entornos distintos de la vida cotidiana del mismo (familiar, escolar y/o social). Estos síntomas pueden manifestarse con una intensidad variable en cada niño y también pueden presentarse de forma independiente unos de otros.

El TDAH se inicia en la infancia y sus manifestaciones se presentan generalmente antes de los 7 años de edad. Es un trastorno crónico, sintomáticamente evolutivo y de base biológica (el 76% de los factores vinculados con el TDAH están relacionados con los genes), aunque entre sus causas también se han identificado factores ambientales.

Además de la repercusión en la vida personal, en el rendimiento escolar y en la adaptación social del niño, el TDAH tiene consecuencias en su futura vida. Con el paso de los años, no desaparece –como erróneamente se ha considerado en ocasiones–, aunque sí suelen variar los síntomas. Los adolescentes pueden mostrarse menos inquietos, pero continúan con las mismas dificultades de atención, concentración e impulsividad. Y cuando llegan a la edad adulta sin haber sido tratados, tienen más dificultades de adaptación a la vida en general, singularmente en el ámbito familiar y en el laboral.

El tratamiento del TDAH que ha demostrado mayor efectividad es el que combina tratamiento farmacológico (para remitir los síntomas básicos del trastorno) con el tratamiento psicológico y psicopedagógico. La intervención psicológica tiene por objeto al propio niño –estrategias de manejo de la conducta, estrategias para aumentar el propio autocontrol, entrenamiento en habilidades sociales…– aunque uno de sus aspectos más importantes es la intervención con los padres para mejorar sus estrategias y pautas educativas con el niño. Las estrategias educativas y las pautas adecuadas de los padres (manifiesta María Jesús Mardomingo) es uno de los factores pronósticos más fiables en la evolución del niño con TDHA.

En el centro psicológico Ana Hurtado de Mendoza somos especialistas en psicología infantil. Si cree que su hijo puede padecer trastorno por déficit de atención e hiperactividad, contáctenos para buscar el rigor diagnóstico que precisa.

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