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Resiliencia

25 de junio de 2015
Resiliencia

La resiliencia se ha convertido en los últimos años en un término muy popular. El concepto de resiliencia –locución que proviene del  latín “resilio”  (volver de un salto, resaltar, rebotar)–, llega a las ciencias sociales prestado de la física, donde define la capacidad que tiene un cuerpo físico de recobrar su forma primitiva cuando se cesa la presión ejercida sobre él.

Fue el psicoanalista británico John Bowlby quien incorporó el término de resiliencia a la psicología para definir el “resorte moral o la cualidad de la persona que no se desanima, que no se deja abatir”. Bowlby (1992).

Según la definición de la Real Academia Española, se trata de “la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”. El profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, Gonzalo Hervás, usa la metáfora de los juncos de los ríos para explicar el concepto: “Cuando el caudal aumenta considerablemente, los juncos se doblan, sin romperse y sin quebrarse, y luego vuelven a su posición original cuando las aguas recuperan su aspecto habitual”.

En las personas, la resiliencia expresa la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e, inclusive, ser transformado por ellas (Grotberg, 1995)

Dos son los elementos clave que definen la resiliencia: la capacidad de resistir y la capacidad de rehacerse: resistir para afrontar las dificultades de una forma socialmente aceptable, y recuperarse en las situaciones de adversidad proyectándose en el futuro.

Las primeras investigaciones sobre la resiliencia tomaron como muestra un grupo de 688 niños de Hawai que vivían en condiciones muy desfavorables (Werner y Smith, 1982, 1992) El estudio –de carácter longitudinal, realizado a lo largo 30 años– reveló que un 80% de los niños que habían crecido en situaciones extremas evolucionaron positivamente hacia adultos competentes y socialmente integrados.                                

 

Características de la resiliencia

  • La resiliencia se caracteriza como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida “sana” en un medio “insano”.
  • La resiliencia es una “experiencia personal”, no un “atributo” con el que los niños nacen, ni una “capacidad adquirida” en el desarrollo. Incluye capacidades que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona en un proceso “interactivo”  del individuo con el medio.
  • No es “permanente”, ni “absoluta”. Es un proceso dinámico que varía a lo largo del tiempo, con la etapa del desarrollo y los estímulos ambientales (circunstancias)
  • Es una respuesta común y su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la adversidad.
  • Su expresión varía según la cultura, toda vez que la cultura de la persona puede influir en la forma como comunica sus sentimientos y se enfrenta a las adversidades.
  • La resiliencia no significa que la persona experimente ausencia de dolor o dificultad. De hecho, es usual que el camino a la resiliencia sea difícil y doloroso.

 

Formas de desarrollar resiliencia

Aunque las raíces de la resiliencia provienen tanto de la constitución como del ambiente, se puede aprender a ser resiliente. Para desarrollar la capacidad de resiliencia debe tenerse en cuenta:

  • Establecer relaciones interpersonales positivas
  • Evitar ver las crisis como problemas insuperables (cambiar la interpretación)
  • Aceptar el cambio (asumir que hay cosas que no se pueden cambiar y centrarse en las que sí pueden modificarse)
  • Seguir las metas realistas propuestas (empiece a caminar…)
  • Tomar acciones decisivas (no permanezca inactivo, no se aparte de los problemas)
  • Buscar oportunidades para descubrirse a sí mismo (crecimiento personal)
  • Desarrollar una visión positiva de uno mismo (autoestima y confianza en sus propios recursos)
  • Mantener una perspectiva amplia y a largo plazo de la situación.
  • Optimismo ante el futuro
  • Cuide de sí mismo (necesidades y sentimientos)

La realidad demuestra que muchos sujetos son capaces de aprender y beneficiarse de la experiencia potencialmente traumática. Y es que, como afirma el psiquiatra francés Boris Cyruln, quien ha  dedicado su carrera profesional sobre todo al tratamiento de niños traumatizados, “No hay herida que no sea recuperable... el ser humano es capaz de tejer, desde los primeros días de su vida, su resiliencia, que lo ayudará a superar los traumas inhumanos”.

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